Este foso fue excavado en 1690 bajo las órdenes del Capitán de Ingenieros Juan Martín Zermeño para separar el Segundo y el Tercer Recinto Defensivo. En 1697 se excavaron unas cuevas a modo de casamata entre este foso y el de los Carneros, que posteriormente fueron utilizadas como almacenes.[2] Entre 1716 y 1719 se reconstruyó, con un frente abaluartado.[1]
Hasta finales del siglo XIX, cuando se agrandó la alcantarilla que permitía el desalojo de las aguas y se convirtió en el Túnel de San Fernando para permitir el paso de carruajes, el foso era únicamente un obstáculo. A partir de ese momento y con la comunicación que tenía con el Tercer recinto por medio de una rampa, se convirtió en un elemento neurálgico de Melilla la Vieja.[3][1][4][5][6][7][8]