Este artículo o sección se encuentra desactualizado.
La información suministrada ha quedado obsoleta o es insuficiente. Este aviso fue puesto el 8 de agosto de 2024.
El Fondo Verde del Clima (GCF, por sus siglas en inglés) creado en 2011, es un fondo dentro del marco de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC, o UNFCCC por sus siglas en inglés) constituido como mecanismo financiero para ayudar a países en desarrollo en prácticas de adaptación al cambio climático y mitigación de sus efectos.[1] El GCF esta estructurado y gobernado por: una junta compuesta por 24 miembros inicialmente apoyados por una secretaría, distribuidas equitativamente entre países desarrollados y en desarrollo.[2] El secretariado, el cual tiene su sede en Songdo, nuevo distrito de Incheon, Corea del Sur responsables de la gestión diaria y la implementación de las políticas del Fondo. Asi como entidades acreditadas (organismos internacionales, nacionales y privados) que actúan como intermediarios para canalizar los fondos hacia los proyectos. El Consejo está conformado por los 194 países que han firmado la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. Su objetivo es establecer y supervisar las estrategias de acción de la Organización.
«El Fondo Verde del Clima apoyará, mediante ventanas de financiación temática, proyectos, programas, políticas y otras actividades en las partes [de la CMNUCC] que sean países en desarrollo».[3] Se pretende que sea el instrumento central de los esfuerzos para elevar la financiación climática a 100 mil millones de dólares estadounidenses (US$) anuales para 2020. Sin embargo, esto no es una cifra oficial para el tamaño del GCF. Sigue también en disputa si el objetivo de financiación se basará en fuentes públicas, o si la financiación privada "apalancada" contará para el total.[4] Los países que aportan recursos al fondo ya se han comprometido a darle 10,3 millardos de US$, con los que se pretende cubrir las inversiones en un período de 4 años. Solo una fracción de esta suma había sido comprometida en julio de 2013, mayormente para cubrir los costes de establecimiento.[5]
Según la Red de Conocimiento sobre Clima y Desarrollo, en la tercera reunión del consejo del GCF en Berlín en marzo de 2013, los miembros acordaron cómo avanzar con el marco de modelo de negocio (BMF por sus siglas en inglés). Identificaron la necesidad de evaluar opciones sobre cómo las naciones podrían acceder al Fondo, enfoques para implicar el sector privado, además de procedimientos para medir resultados y asegurar que las peticiones de dinero se originan en los países.[6] En la cuarta reunión del consejo del GCF en Songdo, en junio de 2013, Hela Cheikhrouhou, tunecino, fue seleccionado como primer director ejecutivo del Fondo.[7] Cheikhrouhou dejó el Fondo en septiembre de 2016.
Durante la COP-16 en Cancún, la gobernanza del recién creado GCF se confió a su consejo, y el Banco Mundial fue escogido como el fideicomisario provisional.[8] Con el fin de diseñar el funcionamiento del GCF, en Cancún también se estableció el "Comité de transición para el Fondo Verde del Clima". Este comité se reunió 4 veces durante 2011, y entregó un informe a la COP-17 de Durban. Basándose en este informe, la COP decidió que «el GCF devendría una entidad operativa del mecanismo financiero» de la CMNUCC , y que en la COP-18 (2012) se adoptarían las reglas necesarias para asegurar que el GCF «es responsable ante la COP y funciona bajo su guía».[10] Investigadores del laboratorio de ideas Instituto de Desarrollo de Ultramar afirman que sin este acuerdo de último minuto sobre un instrumento para gobernar el GCF, la «COP africana» se habría considerado un fracaso.[11] Además, se encomendó al consejo del GCF elaborar los procedimientos y reglas para desembolsar el dinero, asegurando que fueran compatibles con los objetivos nacionales de los países donde tendrán lugar los proyectos y programas. Asimismo se encargó al consejo establecer una secretaría independiente y el fideicomisario permanente del GCF.[10]
Fuentes de financiación
El Fondo se ha fijado el objetivo de recaudar 100.000 millones de dólares al año para 2020, cifra que no es oficial para el tamaño del propio Fondo. La incertidumbre sobre la procedencia de este dinero llevó a la creación de un Grupo Asesor de Alto Nivel sobre Financiación del Clima (AGF) por parte del Secretario General de la ONU, Ban Ki-Moon, en febrero de 2010. No existe una conexión formal entre el AGF y el GCF, aunque su informe es una de las fuentes de los debates sobre la "movilización de recursos" para el FGC, un tema que se debatirá en la reunión de la Junta del FGC de octubre de 2013.[12] También sigue habiendo controversia sobre si el objetivo de financiación se basará en las fuentes públicas o si la financiación privada "apalancada" se contabilizará en el total.[13]
La Comisión Europea no proporciona financiación al GCF. Son sus Estados miembros los que contribuyen directamente. En 2016, conjuntamente, se han comprometido a aportar casi la mitad de los recursos del fondo: 4,7 mil millones de dólares.[14]
A 3 de febrero de 2020, se han prometido 10.300 millones de dólares y se han confirmado 8.240 millones de dólares, como parte del período de movilización inicial de recursos (IRM).[15]
El presidente estadounidense Obama se comprometió a que Estados Unidos aportara 3.000 millones de dólares al fondo. En enero de 2017, en sus últimos 3 días en el cargo, Obama inició la transferencia de una segunda cuota de 500 millones de dólares al fondo, lo que dejaba 2.000 millones en deuda. El expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, en su anuncio de retirada de Estados Unidos del Acuerdo de París, el 1 de junio de 2017, también criticó el Fondo Verde para el Clima, calificándolo de plan para redistribuir la riqueza de los países ricos a los pobres.[17]
Tipos de proyectos financiados
El Fondo Verde para el Clima (Green Climate Fund, GCF) financia una amplia gama de proyectos diseñados para mitigar el cambio climático y adaptarse a sus impactos, con un enfoque particular en los países en desarrollo. Los proyectos que financia pueden clasificarse en varias categorías principales:[18]
Energías Renovables y Eficiencia Energética: incluyen el desarrollo de fuentes de energía limpias como solar, eólica, y geotérmica, así como iniciativas para mejorar la eficiencia energética en edificios, transporte e industria.
Resiliencia Agrícola y Gestión del Agua: proyectos que promueven prácticas agrícolas sostenibles y sistemas de riego que conservan recursos, además de mejorar la gestión del agua para enfrentar sequías y aumentar la seguridad alimentaria.
Infraestructura Resiliente: construcción y modernización de infraestructuras para resistir eventos climáticos extremos como inundaciones, huracanes y aumento del nivel del mar.
Protección de Ecosistemas Naturales: proyectos para proteger bosques, restaurar manglares y conservar biodiversidad, que ayudan a absorber carbono y proporcionar barreras naturales contra tormentas.
Transporte Bajo en Carbono: desarrollo de sistemas de transporte público eficientes y promoción de vehículos eléctricos.
Sistemas de Alerta Temprana y Preparación ante Desastres: mejoras en la capacidad de los países para prever y responder a fenómenos climáticos extremos mediante sistemas de alerta y planes de respuesta comunitarios.
Gestión de Residuos y Economía Circular: promoción del reciclaje, gestión de desechos y proyectos de economía circular que reduzcan las emisiones de metano y otros gases de efecto invernadero.[19]
Logros
El Fondo Verde para el Clima (GCF) ha alcanzado logros significativos desde su establecimiento en 2010, con un enfoque en la financiación de proyectos de mitigación y adaptación al cambio climático en países en desarrollo. Algunos de sus hitos destacados incluyen:
Ampliación del Portafolio de Proyectos (2020-2023): durante este período, el GCF financió 216 proyectos con un valor total de USD 12 mil millones. Considerando la cofinanciación, el total gestionado superó los USD 45 mil millones. Estos proyectos cubren áreas como agricultura resiliente al clima, infraestructura urbana sostenible y energía renovable en 129 países.[20][21].
Aceleración del Financiamiento: el GCF optimizó su proceso de aprobación, introduciendo la Simplified Approval Process (SAP) y el Project-specific Assessment Approach (PSAA), lo que permitió una entrega más rápida de fondos para proyectos climáticos, incluyendo aquellos con menores dimensiones y costos.[18].
Impacto en Comunidades Vulnerables: ejemplos incluyen proyectos en Vanuatu, donde se otorgaron hasta USD 250 millones para financiar iniciativas comunitarias directamente. También se promovió el acceso directo de entidades locales a los fondos, reduciendo la dependencia de intermediarios internacionales.[18].
Recaudación de Recursos: en su primer periodo de movilización (2015-2019), se recaudaron USD 10,300 millones. En la segunda reposición de recursos (2020-2023), los compromisos crecieron significativamente, destacando la creciente confianza internacional en la gestión del GCF.[20][18].
Fortalecimiento Institucional: se mejoraron las estrategias operativas, incluyendo enfoques que catalizan financiamiento de fuentes privadas y públicas, fomentando mercados verdes y atrayendo inversiones para cumplir con los objetivos del Acuerdo de París [18].
Cuestiones
El proceso de diseñar el GCF ha puesto de relieve varias cuestiones: cómo se recaudará el dinero, la función del sector privado, el nivel de propiedad de que cada país tendrá sobre los recursos, y la transparencia del consejo del GCF.[22][23][24][25] Además, han surgido preguntas sobre la necesidad de otra nueva institución climática internacional, que puede fragmentar aún más el dinero público que anualmente se destina a mitigación y adaptación.[26]
El Fondo ha prometido ofrecer soporte "equilibrado" entre adaptación y mitigación, aunque entre países en desarrollo existe cierta preocupación porque la financiación ofrecida para adaptación sea inadecuada, en particular si el GCF depende de "apalancar" financiación del sector privado.[27]
Las inversiones iniciales del Fondo han tenido diversas respuestas. El director anterior del GCF, Héla Cheikhrouhou, se ha quejado de que el Fondo está respaldando demasiadas propuestas de inversión del tipo "el negocio de siempre", una opinión de la que se hacen eco un número de organizaciones de la sociedad civil.[28] Pero al menos en un caso el GCF también ha recibido elogios por implicar a comunidades locales en la formulación de un proyecto de adaptación, y por incorporar la protección de los consumidores a un plan para energía solar desconectada de la red eléctrica.[29]
Papel del sector privado
Uno de los aspectos más polémicos del GCF se refiere la creación del Instrumento para el Sector Privado (PSF por sus siglas en inglés). Muchos de los países desarrollados representados en el consejo del Fondo abogan por un PSF que se dirija a los mercados de capital, en particular los fondos de pensiones y otros inversores institucionales que controlan los billones de US$ que pasan por Wall Street y otros centros financieros. Esperan que el Fondo utilice finalmente una amplia gama de instrumentos financieros.[30]
Sin embargo, varios países en desarrollo y organizaciones no gubernamentales han sugerido que el PSF debería centrarse en «financiación climática favorable a los pobres». Esta financiación aborda las dificultades que sufren microempresas y pymes en países en desarrollo. Este énfasis en animar al sector privado nacional se recoge asimismo en el instrumento de gobierno del GCF, su documento fundacional.[31]
Adicionalidad del dinero
Los acuerdos de Cancún especifican claramente que el dinero aportado a países en desarrollo como financiación climática (lo que incluye el canalizado a través del GCF), tendría que ser "nuevo" y "adicional" a la ayuda al desarrollo existente.[8] La condición de dinero nuevo significa que los compromisos deberían añadirse a aquellos hechos en años anteriores. Pero no hay una definición estricta del término "adicionalidad", lo que ya ha llevado a problemas serios para evaluar la adicionalidad de reducciones de emisiones de gases de efecto invernadero a través de proyectos del Mecanismo de Desarrollo Limpio (CDM por sus siglas en inglés), lo que ha originado decisiones improductivas, e incluso, fraude.[32][33] Mientras la financiación climática normalmente solo cuenta los compromisos de países desarrollados, los 10,3 mil millones de US$ prometidos al GCF también incluyen algunas (relativamente pequeñas) contribuciones de países en desarrollo.[5]
Falta de implicación de los afectados
Utilizar el dinero de la manera correcta para conseguir cambios reales sobre el terreno es uno de los mayores retos. Muchos académicos sostienen que, para hacerlo de manera eficaz, todos los afectados deberían implicarse en el proceso, en vez de utilizar un enfoque de arriba abajo. Señalan que, sin la colaboración de estos afectados, resulta más difícil alcanzar los objetivos fijados. Más aún, los proyectos que no cuentan con esta colaboración a menudo no alcanzan su auténtico propósito.[27][34][35][36][37] Un grupo de investigadores asociados con la Universidad Nacional australiana, piden que se constituyan las que llaman «entidades nacionales de aplicación» (NIE por sus siglas en inglés) en cada país, que serían responsables de «llevar a la práctica subproyectos nacionales».[38][38] Esto evitaría que los gobiernos nacionales se implicaran demasiado, porque «anteriormente, a menudo obstaculizaron el flujo de ayuda internacional para desarrollo sostenible a escala subnacional».[38]
En general, esta visión de la necesidad de más implicación de los afectados puede enmarcarse en el movimiento de gobernanza ambiental que pide un cambio de las maneras tradicionales de gobierno a gobernanza.[39] La Red de Conocimiento sobre Clima y Desarrollo está financiando un proyecto de investigación que se propone ayudar al consejo del GCF analizando la mejor manera de asignar recursos a los países. El proyecto investigará y presentará 4 estudios de caso de cómo el dinero del gobierno federal o central es actualmente distribuido a entidades subnacionales. Escogidos por la diversidad en sus sistemas políticos subyacentes, estos son: China, India, Suiza y EE. UU.[40]
Fracaso en prohibir que la financiación climática vaya a combustibles fósiles
En su reunión en Corea del Sur celebrada en marzo de 2015, el consejo del GCF rechazó prohibirse financiar proyectos de combustibles fósiles (que, al quemarse, producen gases de efecto invernadero, a diferencia de las energías limpias, que no los producen). Japón, China, y Arabia Saudí se opusieron la prohibición. «Es como una convención contra la tortura que no prohíbe la tortura», dijo, al periódico The Guardian, Karen Orenstein, un militante de la organización ecologista Amigos de la Tierra, EE. UU., que asistiió la reunión. «Honradamente el GCF no tendría ni que pensar su posición sobre este asunto».[41][42] El prohibir que el GCF financie proyectos de combustibles no supone que esos proyectos no se puedan llevar a cabo, pero tendrían que buscar otra financiación, que normalmente les saldría más cara y los haría menos rentables.
Entidades acreditadas por el GCF
A través de estas entidades acreditadas se puede acceder al dinero del GCF para llevar a cabo proyectos o programas contra el cambio climático.[43]
Abbott, K.W., Gartner, D. (2011). "El Fondo Verde del Clima y el futuro de la gobernanza medioambiental". Documento de trabajo n.º 16 del sistema de gobernanza de la Tierra.
van Kerkhoff, Lorrae; Ahmad yo.H., Pittock J. y Steffen W. (2011). "Diseñando el Fondo Verde del Clima: Cómo gastar 100 mil millones de US$ sensatamente". Environment: Science and Policy for Sustainable Development (3): 18-31.