O Cristo mismo bajó del cielo y le mostró los rasgos exactos de su rostro [al pintor] o bien el famoso Eulalio ascendió a los cielos para pintar con su diestra mano la apariencia exacta de Cristo.[1]
Descripción de la pintura de Nicolás Mesarites:
[La cúpula] exhibe una imagen de Cristo el Dios-hombre mirando hacia abajo, por así decirlo, desde el borde del cielo hacia el piso de la iglesia y todo lo que está en ella...Su cabeza es proporcional a su cuerpo que está representado hasta el ombligo, sus ojos son alegres y dan la bienvenida a aquellos que no son reprochados por su conciencia, pero a aquellos que están condenados por su propio juicio, le son hostiles e iracundaos...La mano derecha bendice a quienes llevan un recto camino, mientras que amonesta a quienes no lo hacen y, por así decirlo, los examina y los hace volver de su curso desordenado. La mano izquierda, con los dedos separados hasta donde es posible, sostiene el Evangelio.[1]