Los escudos de monja fueron un género de arte devocional muy popular en los siglos XVII y XVIII en España y en los territorios conocidos en aquella época como Nueva España (hoy México), consistentes en pequeñas piezas pictóricas al óleo o bordados dentro de las cuales se representaban escenas religiosas, que las monjas portaban en el pecho durante la toma de votos y con las que eran pintadas, a su vez, en celebraciones de carácter religioso o conventual.[1] Era usado como accesorio dentro del vestuario de las religiosas que se colocaba al pecho sobre el escapulario o sobre la capa.
Descripción
Los escudos de monja pertenecen a la tradición de las miniaturas europeas, llevada a América por los colonizadores españoles y adoptada en los círculos conventuales de la Nueva España.
Uno de los temas más frecuentes era la Virgen María, lo que identificaba a la monja que portaba el escudo con el ideal de esposa de Cristo,[2] sin embargo, era también común pintar escenas bíblicas o vidas de santos.[3]
Algunos de los mejores pintores novohispanos incursionaron en este estilo religioso, como José de Páez, Luis Juárez, Miguel Cabrera, Zurbarán, entre otros.[2]