Las elecciones generales de España de 1907 fueron convocadas el 21 de abril, tras la crisis del gobierno liberal por la dimisión de Eugenio Montero Ríos debido a los incidentes que se sucedieron tras el asalto a la revista ¡Cu-Cut! en 1905.
Los liberales entraron en un periodo de crisis internas entre las distintas familias liberales, que provocaron la caída de Segismundo Moret y la de José López Domínguez (julio-diciembre 1906) y finalmente el gobierno transitorio del liberal Antonio Aguilar dio paso a los conservadores dirigidos por Antonio Maura.
Las elecciones se celebraron bajo sufragio masculino. Como novedad, estos comicios se celebraron bajo una nueva ley electoral que se había aprobado ese año y que modificaba parcialmente la anteriormente vigente desde 1890. En total fueron elegidos 404 diputados, y el partido más votado fue el Partido Conservador, dirigido por Antonio Maura. El partido liberal quedó muy debilitado, y además se presentó por separado la sección liberal demócrata de José Canalejas.
El jefe de gobierno continuó siendo Antonio Maura, quien debido a la Guerra de Melilla y a la durísima represión en lo que se conoce como la Semana Trágica (con la condena a muerte de Francisco Ferrer y Guardia) tuvo que dimitir en octubre de 1909. Alfonso XIII nombró entonces al liberal Segismundo Moret, pero no contaba con el apoyo de su propio partido y tuvo que dimitir el 9 de febrero de 1910. El rey nombró en su lugar a José Canalejas e inmediatamente se convocaron elecciones para "hacerse" con una mayoría en las Cortes.
↑Montero, Feliciano (1997). «La Restauración (1875-1885)». En Feliciano Montero; Javier Tusell, eds. La Restauración. De la Regencia a Alfonso XIII. Volumen XI. Historia de España-Espasa. Madrid: Espasa Calpe. p. 57. ISBN84-239-8959-3. «El rey era el que de hecho, mediante el decreto de disolución de Cortes, concedido a la persona designada para formar gobierno, posibilitaba el ascenso o el descenso del poder a los distintos líderes y formaciones políticas. Por su supuesto, al hacerlo no actuaba caprichosamente, sino de acuerdo con unas reglas del juego… Pero en todo caso esta forma de acceso [al poder] subvertía la lógica de una práctica parlamentaria. No eran las Cortes las que provocaban crisis políticas y hacían cambiar gobiernos, pues cada partido gobernante se fabricaba una mayoría parlamentaria suficiente, mediante elecciones fraudulentas. Las crisis ministeriales parciales o totales, las alternativas en el ejercicio del poder (el turno), se decidían entre las altas esferas políticas (la elite) al margen del Parlamento, sobre la base de la iniciativa monárquica...»
↑Varela Ortega, José (2001) [1977]. Los amigos políticos. Partidos, elecciones y caciquismo en la Restauración (1875-1900). Prólogo de Raymond Carr. Madrid: Marcial Pons. p. 493. ISBN84-7846-993-1. «Era el gobierno el que fabricaba las Cortes, no al contrario; y quien hacía las elecciones nunca las perdía.»