El enemigo de mi enemigo es mi amigo es un proverbio árabe que desarrolla el concepto por el cual dos partes que tienen un enemigo en común deberían poder trabajar juntos para obtener una victoria conjunta contra él. Se le describe como un proverbio de origen árabe, aunque también se le compara con frases chinas similares.
En relaciones internacionales, es una doctrina comúnmente usada para interactuar con un enemigo significativo a través de un intermediario en vez de tener una confrontación directa.
En el Artha-shastra de Kautilia, libro VI (La fuente de los Estados soberanos), escribió:
El rey que se encuentra en cualquier lugar colindante a la circunferencia del territorio del conquistador se considera enemigo. El que está también situado cerca del enemigo, pero separado del conquistador sólo por el enemigo, debe ser considerado amigo (del conquistador).
Kautilia "Artha-shastra" traducido por R. Shamasastry, tercera edición, Weslyan Mission Press, 1929, en Mysore, p. 296.
Durante la Segunda Guerra Mundial, esta política exterior fue desarrollada dentro de las potencias aliadas. En el lado europeo de la guerra, la tensión era común entre los aliados occidentales y la Unión Soviética. El primer ministro británico Winston Churchill, un ferviente anticomunista, declaró que si Hitler invadiera el infierno, me gustaría hacer al menos una referencia favorable al Diablo en la Cámara de los Comunes, en apoyo de la ayuda británica a las fuerzas soviéticas. Además de Churchill, el presidente estadounidense Franklin D. Roosevelt desconfiaba de José Stalin y su régimen dictatorial, pero se dio cuenta de que los soviéticos eran necesarios para el esfuerzo bélico aliado. El líder soviético tenía los mismos sentimientos de desconfianza hacia sus aliados occidentales, como él, pero también veía su ayuda como una necesidad de la alianza para derrotar a la invasión nazi. Él era también desconfianza de los aliados occidentales, y temían negociar un cese al fuego por separado con la Alemania nazi.