Hermano menor del pintor Antoni Rovira y tío del también pintor Domènec Rovira el Joven, defendió junto con otros escultores, entre ellos Francesc Santacruz, el derecho de los escultores para poder contratar obras, ya que los ensambladores-carpinteros querían seguir manteniendo la contratación única por parte de ellos. Fue Carlos II quien en 1680 permitió su emancipación.
Instalado en Barcelona desde 1630, ejecuta para la iglesia de Santa María del Mar, en 1639, el retablo de San Felipe y San Pablo, obra de la que quedaron satisfechos, por lo que en 1641, le encargan un tabernáculo con cuarenta y ocho esculturas de ángeles, personajes del Antiguo Testamento, virtudes, etc. Todo esto desapareció durante el incendio que sufrió el templo.