Desde 1972 la vía forma parte de la Zona Monumental del Cusco declarada como Monumento Histórico del Perú.[2] Asimismo, en 1983 al ser parte del casco histórico de la ciudad del Cusco, forma parte de la zona central declarada por la UNESCO como Patrimonio Cultural de la Humanidad.[3] y en el 2014, al formar parte de la red vial del Tawantinsuyo volvió a ser declarada como patrimonio de la humanidad.[4]
Historia
Garcilaso de la Vega menciona que San Blas era, durante el incanato, uno de los 14 barrios antiguos que rodeaban la ciudad del Cusco denominado "Toqokachi"[5]. En este barrio se erigió la parroquia de San Blas por el corregidor y justicia mayor Polo de Ondegardo[6]. Hasta el siglo XVIII, San Blas era un suburbio de la ciudad de la que lo separaba el río Tullumayo[7]. Su conexión con la ciudad, sin embargo, era complicado ya que su único acceso desde la Plaza de Armas era una cuesta empinada difícil de transitar[8].
Desde la calle de Hatum Rumiyoc, típica calle cusqueña, estrecha, de muros incaicos i balconcillos coloniales, donde conviven el alma ciclópea del indio i el espíritu sonador i delicado del castellano, se divisa la cuesta…, lentas, gallardas i cimbreantes, moviendo para un lado i para otro sus largos pescuezos, las llamas hurañas a cuya zaga va una india de multicromo indumento, mostrando sus carnosas i recias pantorrillas con su atado a su espalda.
Ascendiendo por los rudos peldaños de la cuesta que me conduce a la plaza de la parroquia donde palpita el alma del poblado, de marcado sabor indígena. Escueta silenciosa la encuentro; no hay en ella los aponimios umbrosos del parque moderno ni los bancales que conviden al muelle del descanso. Solo unos apoyos de barro i una fuente de piedra, que está al centro, de donde mana cantarín, un mezquino hilillo de agua constituyen sus tesoros ornamentales.
Resalta en todas partes el ambiente pueblerino de esta rústica barriada… de los ángulos de la plaza parten callejas silenciosas donde la vida es un largo bostezo de pereza i por donde pasa tal cual vecino melancólico i caviloso. Destaca su típica fachada provinciana, llena de pinturas grotescas estropeadas por el tiempo, el templo parroquial de modesta fábrica de barro[9].