Celina Gonzalez Garaño (Buenos Aires, 25 de marzo de 1884 – ib. 15 de mayo de 1963) fue una coleccionista de arte colonial y virreinal argentino y llegó a juntar a lo largo de toda su vida más de ochocientas piezas.[1] Celina donó a su muerte sus colecciones a diversos museos argentinos, entre ellos el Museo de Arte Hispanoamericano Isaac Fernández Blanco y al Museo Histórico Cornelio de Saavedra,[2] ambos de la Ciudad de Buenos Aires.
Celina nació en Corrientes 746, entre Maipú y Esmeralda, en la casa que desde 1811 perteneciera a sus ancestros Castro Ramos Mejía y Peña y que fue bien descripta por Leopoldo Marechal, en su Historia de la Calle Corrientes, con su patio de flores y su huerta de frutales. Sus hermanos Alejo y Alfredo fueron a su vez coleccionistas. Seguramente esto obedeció a la influencia de su tío, Enrique Peña (1848-1924), quien junto con Bartolomé Mitre y otros fundó la Junta de Historia y Numismática (luego Academia Nacional de la Historia) el 4 de junio de 1893, y quien había formado la biblioteca Colonial más importante que hubo en el país.[1] Celina, coleccionista especialista fue, de los 3 hermanos González Garaño, la que se concentró en arte colonial y virreinal.
Sus colecciones fueron reunidas con el fin de conservar la memoria de una clase, el gusto y las costumbres de una época y para lograr su persistencia en el tiempo, independientemente de sus hacedores.[2]
La donación de Celina González Garaño al Museo Fernández Blanco, inaugurada en 1963, de 750 piezas, se destacó particularmente por la variedad y calidad en los conjuntos de mobiliario civil y religioso, grabados, imaginería y pintura andina y argentina del siglo XIX. Pero su aporte más relevante fue el enriquecimiento de la colección de platería con exquisitos ejemplares de carácter doméstico.
Su colección de peinetones y de platería sudamericana fue la más importante del país, con decenas de piezas de varios artesanos coloniales,[3] principalmente del famoso artífice Manuel Mateo Masculino.[4]
El Museo de Arte Hispanoamericano Isaac Fernández Blanco inauguró en 2013 una nueva sala en la que se hace foco sobre uno de los muchos tesoros que conformaron tan valioso legado: la colección de peinetones del siglo XIX, que reflejan las costumbres de la sociedad porteña de la época, acompañada por acuarelas de Pellegrini y grabados de Bacle y Vidal, procedentes de la misma donación.
Derivado de la peineta española y tallado en carey o en asta, el peinetón fue entre 1832 y 1836 el último grito de la moda entre las porteñas. La mayor parte de la colección González Garaño de arte colonial hispanoamericano y argentino del siglo XIX se halla integrada a la exhibición permanente del Museo y se despliega en las diferentes salas, destacándose por la singularidad, el refinamiento y la alta calidad estética de cada uno de sus ejemplares.
Platería
La donación de platería colonial abarcaba piezas del norte del país, del Alto Perú y de Buenos Aires, tanto cinceladas como repujadas, de los siglos XVIII y XIX, y orfebrería religiosa y civil, desde el barroco al neoclásico. Tenía cálices, vinajeras, hostiarios, estandartes, cruces, sahumadores, mates y bombillas, candelabros, fuentes y marcos. En el mobiliario sobresalían sillas, canapés, camas, sillones, etc., además de muebles porteños fechados alrededor de 1770.
Su colección de mates con ejemplares de todo el país, además de Chile, Bolivia y Perú, fue la más amplia jamás reunida.
Pintura colonial
En el terreno de la pintura colonial tuvo ejemplos de las escuelas cuzqueña y del Alto Perú de los siglos XVII y XVIII, la mayoría con sus marcos originales de madera tallada y dorada. Dentro de su colección de pinturas del arte religioso, se encontraban algunas de las telas más valiosas de la escuela de Potosí y de Cuzco y el Alto Perú, como Nuestra Señora de la Merced, Nuestra Señora del Carmen, Nuestra Señora de Surumi, con el niño alcalde, Santa Catalina, tres imágenes de la Virgen y el Niño, la Santísima Trinidad y la Virgen Aureolada de Rosas. Entre las pinturas legadas por Celina al Museo, se encuentra la Virgen de Copacabana de Múltiples Advocaciones, modelo iconográfico creado en Potosí, único en el mundo.[5] Celina aportó uno de los casos de mayor interés y calidad de lo que se ha llamado “Virgen de iconografías múltiples”, tipología peculiar potosina[6]
La Virgen de las Múltiples Advocaciones, obra de Gaspar Miguel de Barrio[7] o de su círculo, es una devoción de Potosí de fines del siglo XVIII y es un claro ejemplo de la creatividad americana. Su rostro, el niño, la candela y la canasta con palomas corresponden a María de Copacabana. Pero el artista le dio forma de monte, como la Virgen del Cerro; el escapulario blanco de la Merced y el marrón de la del Carmen; le clavó el puñal de la Dolorosa y la adornó con flores de la Rosa de Indias. Todas estas características hacen que esta imagen englobe en sí las siguientes seis advocaciones: Copacabana, Virgen del Rosario, Virgen de la Merced, Virgen del Carmen, Dolorosa y Virgen-Cerro[8].
Referencias
↑ abLic. Marcelo E. Pacheco, “Coleccionismo de Arte en Buenos Aires, 1924-1942”, EL ATENEO 2013 Coleccionismo de Arte en Buenos Aires (p. 150, 161 y 163)
↑ abLic. Marcelo E. Pacheco, “Coleccionismo de Arte en Buenos Aires, 1924-1942”, EL ATENEO 2013 Coleccionismo de Arte en Buenos Aires (p. 161)