Aproximadamente 1000[2] -1900[3] muertos y heridos (unos 800 muertos)[4]
2000 muertos y heridos[2] (1000[5][6] -1500[3] muertos) 1400[2]-2289[3][7] prisioneros 12 cañones, 3850 fusiles, 1200 tercerolas, la caja militar, el equipo y las municiones capturadas[8][9]
Acaecida la derrota patriota en la noche del 19 de marzo de 1818 en Cancha Rayada, las tropas revolucionarias dispersas intentan un reagrupamiento sobre la base de la retirada en orden ejecutada por la columna comandada por el coronelLas Heras y el general San Martín del campo de la derrota. Las tropas americanas emprenden el Camino Real hacia Santiago de Chile.
El hecho de armas acaeció al sur de Santiago de Chile distante aproximadamente a 10 km, en los llanos del río Maipo, allí San Martín organizó a su ejército en una posición elevada esperando el ataque español, el cual se colocó casi cara a cara en una posición elevada de la misma manera que la posición patriota.
El enfrentamiento bélico fue precedido por actividades de preparación el día anterior, en el campamento de la fuerza liberadora en el lugar denominado Vista Alegre a 11 kilómetros al suroeste la plaza Mayor de Santiago de Chile, hoy ocupado por instalaciones de agua potable. Ese noche previa, los payadores y trompas distrajeron a la tropa, velando la armas y preparándola para la batalla. A primera hora del día 5 de abril se instalaron las fuerzas sobre los cerrillos del sector denominado justamente Cerrillos, donde produjo el enfrentamiento en las hondonadas hoy ocupadas por la circunvalación Américo Vespucio. Es decir la batalla de Maipu, se produjo en Cerrillos.
Orden de batalla
Ejército Unido
De acuerdo a Diego Barros Arana, las fuerzas en combate y sus jefes respectivos fueron:[10]
2.º Batallón Infante Don Carlos: teniente coronel Bernardo de la Torre (951 hombres)
Batallón Concepción: mayor Ramón Jiménez Navia (550 h.)
Compañía de Zapadores: capitán José Cáscara (85 h.)
Compañía artillería a pie: (40 h. y 4 piezas)
Segunda brigada (Centro): coronel Lorenzo López de Morla
I Regimiento Burgos N.º 2: coronel Lorenzo López de Morla (956 h.)
II Regimiento Arequipa: teniente coronel José Ramón Rodil (1.034 h.)
Compañía artillería a pie: (40 h. y 4 piezas)
Tercera brigada (izquierda): coronel Joaquín Primo de Rivera
Batallón -mixto- de Cazadores: mando directo del coronel Primo de Rivera (440 h. aprox.)
Batallón -mixto- de Granaderos: mando directo del coronel Primo de Rivera (440 h. aprox.)
2 escuadrones del Regimiento Dragones de la Frontera: coronel Antonio Morgado (360 h.)
Escuadrón Lanceros del Rey: teniente coronel José Rodríguez (140 h.)
Escuadrón Dragones de Arequipa: teniente coronel Antonio Rodríguez (160 h.)
Escuadrón Dragones de Chillán: teniente coronel Cipriano Palma (180 h.)
Compañía de artillería a caballo: teniente coronel Manuel Bayona (80 h. y 4 piezas)
La batalla
Poco antes del mediodía, el ejército patriota rompió fuego con la artillería de Manuel Blanco Encalada, pero luego de un tiempo San Martín se dio cuenta de que los realistas habían tomado una posición defensiva y decidió iniciar el ataque.[12]
Envió las fuerzas atacando el centro y la derecha de los españoles, mientras que Juan Gregorio de Las Heras comandó el ataque por las fuerzas colocadas en otro cerro, allí los patriotas tomaron un cerro, amenazando la izquierda realista. Mientras tanto, los ataques patriotas no parecían lograr quebrar las líneas realistas y la batalla se encontraba en tablas, entonces San Martín decidió enviar los batallones de reserva a la batalla atacando y cargando por todos los flancos y el centro español.[13]
En el flanco izquierdo, Las Heras y sus hombres junto con un grupo del Regimiento de Granaderos a Caballo –unidad creada por San Martín– tomaron la posición española en el cerro a su izquierda, cuyos defensores (realistas) se replegaron al centro del otro cerro donde todavía se encarnizaban duros combates.
Pero todas las fuerzas de Las Heras y otros, atacaron la izquierda realista mientras con un movimiento oblicuo los patriotas cargaron sobre la derecha y el centro enemigo. Osorio, creyéndolo todo perdido se retiró con su caballería buscando salvar su vida.[13] José Ordóñez nunca se resignó a perder la batalla y organizó maniobras con las que solo se desorganizó más, debido a lo estrecho del terreno.
Así, la mayor parte del ejército patriota subió al llano donde sólo quedaban los 4 batallones españoles, Burgos, Arequipa, Concepción e Infante Don Carlos (Real de Lima), rodeados por todas partes. A pesar de ello, se resistieron a rendirse o a huir.
Entonces del batallón de Burgos salieron unas voces, ya legendarias. "Aquí está el Burgos. Dieciocho batallas ganadas, ninguna perdida", mientras hacían ondear su laureada bandera, victoriosa en la batalla de Bailén y en tantos otros combates. La situación era trágica para ellos. Los otros batallones realistas, decidieron resistir de la misma manera. El batallón de Arequipa estaba mandado por José Ramón Rodil, el héroe del Sitio de El Callao.
Los batallones formaron el cuadro para resistir a la caballería. Los cazadores a caballo fueron rechazados, pero al formar el cuadro se convirtieron en un blanco más fácil para los fusiles de los infantes enemigos. Los batallones comenzaron a sufrir horriblemente por la fusilería y a continuación el 1.º chileno cargó, para ser rechazado. El 7.º de Los Andes lo intentó a su vez y fue asimismo rechazado. Los cuadros españoles, llenos de muertos y heridos, mantuvieron la posición.
Los cuadros realistas comenzaron a moverse, retirándose hacia el caserío de Lo Espejo dirigidos por el general Ordóñez en número de dos mil.[14] Durante el movimiento fueron atacados continuamente y fueron dejando un reguero de muertos a lo largo de su trayecto, pero no rompieron las filas y mantuvieron el orden.[13]
La artillería se acercaba, ya a corta distancia, y la metralla finalmente rompió las filas, pero era inútil, porque no rompieron su formación y lentamente se fueron retirando del campo de batalla, hostigados por todas partes.
San Martín, artífice de la victoria, diría: "Con dificultad se ha visto un ataque más bravo, más rápido y más sostenido, y jamás se vio una resistencia más vigorosa, más firme y más tenaz".
Los granaderos de Primo de Rivera, se retiraron al mismo sitio, el caserío de Lo Espejo. Debían formar el cuadro y soportaron ocho cargas del enemigo. Sufrieron un tercio de las bajas pero guardaron la formación y alcanzaron el caserío.
Los realistas se agruparon en el caserío. Bernardo O'Higgins, con mil hombres, llegó al campo de batalla.[13] El batallón de cazadores de Coquimbo se lanzó contra el caserío, creyendo que los fatigados realistas cederían. Sin embargo, las descargas de fusilería y de dos cañones que les quedaban, les infligieron 250 bajas, lo que causó su retirada.[15]
San Martín no quiso poner en peligro a más hombres, por lo que ordenó concentrar la artillería. Diecisiete piezas se juntaron y arrasaron Lo Espejo. Los restos de los batallones españoles soportaron el fuego. Apoyados por las piezas, los patriotas se lanzaron al asalto definitivo. Los escasos defensores que quedaban en el caserío fueron arrollados.[3] Ordóñez y Primo de Rivera se rindieron; la batalla había terminado.
La fuerza que opuso el enemigo consistía en seis cuerpos de infantería con 4.500 plazas, 730 Granaderos y Cazadores a caballo, 1.800 de caballería de Aconcagua y Santiago, y 20 piezas de artillería al mando de San Martín y demás generales que estuvieron en la acción de Talca. Parte de batalla de Mariano Osorio
El general chileno Bernardo O'Higgins, convaleciente de una gran herida (producto de la derrota aliada en Cancha Rayada), se presentó en el campo una vez finalizada la batalla y entusiasmados por la victoria se abrazó a San Martín en una escena que dio origen a un cuadro, el histórico abrazo conocido como El abrazo de Maipú, donde O'Higgins le dice a San Martín «¡Gloria al salvador de Chile!» y San Martín le responde «General: Chile no olvidará jamás el nombre del ilustre inválido que el día de hoy se presentó al campo de batalla en ese estado».[17] Gracias a esta batalla se aseguró la Independencia de Chile.
Los patriotas perdieron un 35 % de sus fuerzas entre muertos y heridos.[3] Los realistas sufrieron más de 1500 muertos y 2000 prisioneros,[9] de los cuales 700 al mando del desertor patriota Ángel Calvo[18] o fueron capturados en el cerro Niebla por el coronel Manuel Rodríguez Erdoíza y sus Húsares de la Muerte en la última carga de caballería de la batalla. Además se capturaron grandes cantidades de municiones. Las estimaciones de la época cifran las pérdidas realistas, claramente exageradas, en 3000 prisioneros, incluidos 190 oficiales, y 2000 muertos, salvándose solo Osorio con 200 jinetes perseguidos de cerca por la caballería patriota.[19] Osorio logró retirarse hasta Talcahuano con 600 sobrevivientes[20] (aunque los historiadores Castedo y Encina dicen que de los seiscientos sobrevivientes las deserciones los redujeron a sólo noventa).[3]
Varios días después, cuando llegó a Buenos Aires la noticia del triunfo del ejército en Maipú, se organizaron bailes y festejos y la gente iba de casa en casa felicitándose y abrazándose.[22]
Importancia de Maipú
La batalla de Maipú tuvo importantes consecuencias en diferentes campos. Militarmente se considera un ejemplo de estrategia y táctica por el aprovechamiento que se dio de los movimientos previos y posteriores a la batalla, el excelente empleo que se dio a las armas, y el uso de la reserva para atacar al enemigo por su punto más débil. Se ha comparado a la campaña de San Martín en Chile con la de Epaminondas; ambos ganaron dos grandes batallas decisivas y usando un orden oblicuo.
La batalla misma es comparada por sus consecuencias con las que tuvieron los triunfos patriotas en Boyacá (de manera inmediata) y Ayacucho (a largo plazo). Si Maipú hubiera acabado de otro modo imposibilitando que las otras dos sucedieran y además de que Chile no se independizara y el movimiento patriota quedara encerrado en Argentina y el Océano Pacífico no hubiera pasado al control patriota, imposibilitando las campañas de San Martín y Simón Bolívar en el Virreinato del Perú, donde había 30 000 soldados realistas.
Otro efecto de la batalla fue que dañó irreparablemente la moral de los realistas en la América española. Maipú pasó a ser considerada la precursora de las futuras victorias patriotas en las siguientes campañas.[24]
En la cultura popular
La batalla es narrada gráficamente de forma breve en los números 14 y 140 de la revista mexicana de historietas Vidas ilustres, del 1 de marzo de 1957 y del 15 de junio de 1966, titulados José de San Martín y Bernardo O'Higgins, respectivamente.[25][26]
↑Toro Dávila, 1977: 132. Los realistas sufrieron mil muertos y 174 oficiales y 1115 soldados capturados.
↑Frías Valenzuela, Francisco (1947). Historia de Chile. Tomo II. Santiago: Nascimento, pp. 157.
La batalla de Maipú iba a ser la primera gran derrota de los realistas en la guerra de América. Las victorias de Bolívar y Sucre fueron posteriores. (...) Entre los prisioneros estaban casi todos los comandantes, empezando por Ordóñez, setenta y cuatro oficiales y veinticuatro empleados civiles del ejército. El número, de prisioneros subió después hasta 2289.
↑Rolón Medina, Anastasio (1953). Temple y estirpe: ensayos histórico-apologéticos sobre la raza guaraní y el criollo paraguayo. Imprenta Militar, pp. 98.
Los trofeos de esta jornada fueron, 12 cañones, 4 banderas, 1000 muertos contrarios; 1 general, 4 coroneles, 7 tenientes coroneles, 150 oficiales y 2200 prisioneros de tropa; 3850 fusiles, 1200 tercerolas, la caja militar, el equipo y las municiones del ejército vencido.
↑Réplicas realizadas por Regimientosdeamerica.com.
↑Instituto Nacional SanmartinianoArchivado el 11 de febrero de 2009 en Wayback Machine., en el año del bicentenario del nacimiento del General. Impreso en los talleres Gráficos del Instituto Geográfico Militar. Agosto de 1978, pp. 21 y 29.
↑
El Ejército Unido al inicio de la campaña era muy superior en número a su rival. Según informes de la época se elevaba a 9000 (Encina & Castedo, 2006: 45) aunque quizás no pasara de 6600 (Toro Dávila, 1977: 121) a 8011 (Scheina, 2003: 62), sin importar realmente su número tenían superioridad numérica por lo que Osorio los emboscó en Cancha Rayada, aunque las bajas fueron pocas miles de hombres fueron dispersados. Las noticias fueron asumidas como catastróficas por los santiaguinos pero rápidamente se reorganizaron dos mil nuevos soldados (Encina & Castedo, 2006: 46) a los que se suman la división de Las Heras (1500 más) que había salvado intacta (Toro Dávila, 1977: 125).
Las cifras dependen también si es que la fuente incluyó a las milicias o no en el ejército (Toro Dávila, 1977: 127). El general Indalecio Téllez los cifraba en 5187 soldados de línea sin considerar las milicias, pero en cambio para el mayor Luis A. Merino Saavedra y Nicanor Molinare sumaban 6000 y 9000 respectivamente, incluyendo a los milicianos. Por su parte Diego Barros Arana simplemente da un total de 4600 hombres sin mencionar si incluye o no a las fuerzas irregulares.
De hecho, las fuerzas patriotas son estimadas en cuatro mil infantes, mil jinetes y veintidós cañones (Valencia, 1981: 140; Mitre, 1944: 448).
Junto a las fuerzas que se les sumaron posteriormente al inicio de la batalla bien pudieron incluir 4900 (Camogli, 2006: 108) a 5500 (Encina & Castedo, 2006: 46) hombres, pero lo más probable es que fueran alrededor de 5000 (Frías, 1978: 230), por lo que ambas fuerzas eran equivalentes, pero al final de la batalla llegaron con Bernardo O'Higgins mil milicianos de Santiago (Encina & Castedo, 2006: 47), aunque estos apenas participaron de la misma, por lo que el ejército patriota bien puedo haber llegado a seis mil.
Siguiendo las cifras del general Téllez, las estimaciones más exactas provienen de Vio Valdivieso, 396 oficiales y 5187 soldados; unos 5583 combatientes patriotas en total (1933: 317). El Estado Mayor del Ejército de Chile, siguiendo los partes oficiales de la época, estimaba al Ejército Unido en 384 oficiales y 5711 soldados presentes en el campo de batalla (1984: 263-264). El Cuartel General incluía 12 oficiales, la División I 2011 oficiales y soldados, la II a 2351 y la Reserva 1721.
El «Ejército Unido de los Andes y de Chile» antes de la batalla sumaba 7447 plazas, de las que 5447 eran chilenos. El ejército chileno sumaba 4500 y el andino 3000, un tercio chilenos venidos de Mendoza o reclutados para reemplazar las bajas (Heise, 1975: 156).
↑Como señalan los historiadores Francisco Antonio Encina y Leopoldo Castedo a finales de 1817 Osorio llegó del Perú con 3262 soldados a los que sumó las escasas fuerzas con las que Ordoñéz había resistido exitosamente en Talcahuano. Osorio deseaba que se le enviaran más soldados del Virreinato o reclutar unos 3000 a 4000 criollos para equiparar fuerzas contra el tremendo ejército republicano pero al quedar imposibilitado de ambas opciones no le quedó más que iniciar la campaña con alrededor de 4600 hombres (2006: 44). Debido a esta misma inferioridad numérica decidió lanzar el ataque sorpresa en Cancha Rayada (2006: 45) donde logró dispersar parte del ejército patriota pero no destruirlo. Este rápidamente se repuso y lo enfrentó en Maipú. Los historiadores, descontando las bajas sufridas en la emboscada, asumen que la fuerza realista se componía de aproximadamente 4500 hombres (2006: 48). Otras estimaciones difieren de estas cifras. Es muy posible que en su marcha al norte Osorio consiguiera sumar nuevos contingentes de tropas a su ejército por lo que bien pudo tener más de 4600 (Frías, 1978: 230) y menos de 5300 (Camogli, 2006: 108). Las fuerzas realistas fueron, sin embargo, elevadas a 7000 (Torrente, 1828: 383; Gallasso, 2000: 254 –basado en una carta de Bolívar de 1818 a Briceño–) o 10 000 (Mitre, 1937: 32) lo que contradice abiertamente con la actitud inicial de Osorio de evitar luchar en campo abierto con los patriotas. La exageración de dichas fuerzas probablemente se deba a un deseo de aumentar la gloria de la victoria de Maipú. Según Torrente, por ejemplo, las tropas que tenía al llegar a Talcahuano Osorio eran 4000 a las que se sumaron 2000 hombres y con estas obtuvo la victoria de Cancha Rayada (1828: 490), ahí gracias al armamento y el parque capturado logró organizar más soldados.
Como señalan algunos historiadores (O'Donnell, 2003: 20) los ejércitos que lucharon en las Guerras de Independencia de Hispanoamérica eran minúsculos, rara vez más de diez mil soldados, comparados a los de los estados europeos, mucho más industrializados y poblados, movilizados en las Guerras Napoleónicas, cien o hasta doscientos mil (excepto las fuerzas insurgentes mexicanas en Nueva España que combatieron en las batallas del Monte de las Cruces (80 mil hombres) y del Puente de Calderón (107 mil hombres).
Para finalizar, podemos decir que eran probablemente alrededor de 5000 hombres (Toro Dávila, 1977: 125), por lo que ambas fuerzas eran equivalentes, al menos inicialmente, durante la batalla.
Raúl Téllez da la cifra más exacta respecto del ejército realista, unos 4570 combatientes (1981: 29). Según este autor, la mayoría de esos soldados eran españoles y sobre todo peruanos miembros de la expedición.
El Estado Mayor del Ejército chileno estimaba a la hueste realista en 4570 soldados. Se desconoce el número exacto de oficiales, pero el Cuartel General probablemente incluía a 8 (1984: 264-265). Basándose en las cifras de bajas se puede intentar calcular el número de oficiales monárquicos; debe tenerse en cuenta que todas las fuentes están de acuerdo que pocos oficiales consiguieron retirarse a Talcahuano después del desastre (García, 1916: 369), apenas 700 hombres lograron retirarse (Estado Mayor, 1984: 267). Pero del número exacto de oficiales capturados aun hay debate. Hablan de 200 (Levene, 1950: 88), de 190 (Merino, 1909: 30), de 174 (Toro Dávila, 1977: 132), de 74 más 24 empleados civiles y el brigadier Ordóñez (Frías, 1947: 157), de un general, 4 coroneles, 7 tenientes coroneles y 150 oficiales (Lafont, 1936: 251). Según el parte de guerra firmado por Las Heras en el cuartel general de Santiago, el 20 de junio de 1818, los realistas dejaron en poder patriota la totalidad de su artillería, 143 jefes y oficiales (solo escapa Osorio), 2289 soldados, 3844 fusiles y 1200 tercerolas (Florit, 1967: 250). Sin embargo, no se da cifras exactas respecto de los caídos o los que lograron escapar.
↑Versiones más recientes desacreditan la hipótesis de José Zapiola Cortés en la que se afirma la abstención de esta unidad en la batalla de Maipú, poniendo en manifiesto la contienda que aún existía entre O'Higgins y Carrera, impidiendo de ese modo el director supremo a todo soldado, oficial o cuerpo carrerista incluyendo al escuadrón Húsares de la Muerte participar en esta batalla. Los Partes del Ejército de Chile, y en obras de historiadores como Miguel D. Amunategui y Benjamín Vicuña Mackenna, se deja en claro que la unidad de Húsares de la Muerte se mantuvo a retaguardia por disposiciones de O'Higgins, y que en la parte final de la batalla realizaron la última carga de caballería en donde atacaron a 700 soldados realistas al mando del desertor patriota Ángel Calvo en el cerro Niebla donde se habían refugiado, haciéndoles varios prisioneros.
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