Baltasar de Mendoza y Sandoval (Madrid, 1653 - Segovia, 4 de noviembre de 1727[1]) fue un religioso español que ocupó diversos puestos de relevancia eclesiástica y política.
Sus maneras dictatoriales al frente del Consejo de la Suprema Inquisición, sus arbitrariedades cometidas durante el proceso seguido contra Froilán Díaz,[3] su extralimitación al crear empleos y otorgar prebendas en perjuicio de la hacienda del Santo Oficio,[4] y sus simpatías políticas hacia la facción del archiduque Carlos durante la guerra de sucesión que siguió a la muerte de Carlos II, provocaron que en 1701 el nuevo rey Felipe V decretara su relevo del puesto de inquisidor general. Postergado por un conflicto de competencias entre la corte de Madrid y la Santa Sede, y por las ausencias del rey Felipe durante la guerra, el relevo no se hizo efectivo hasta 1705. "Este fue el último caso importante en el que el inquisidor general intentara establecer su supremacía", afirma Henry Kamen.[5]
Al año siguiente Mendoza fue acusado de traición y desterrado por su apoyo a la facción austracista; marchó a Aviñón hasta 1713, cuando le fue permitido regresar para ocuparse nuevamente del obispado de Segovia, ciudad en la que falleció en noviembre de 1727.