Al igual que todos los cursos de agua que recorren el Gran Buenos Aires, presenta un alto grado de contaminación con componente como el plomo, nitratos, cloruros, cromatos, bacterias patógenas y anaeróbicas.[1] En 1981, técnicos de la Universidad de Morón realizaron estudios en el arroyo, y descubrieron el Brachionus moronensis, un germen desconocido para la ciencia hasta ese momento.