El anarquismo insurreccionalista es una teoría y práctica revolucionaria[1] que emerge dentro de sectores anarquistas en las últimas décadas del siglo XX que pone énfasis en la necesidad del ataque hacia las infraestructura del Estado y el Capital como puesta en práctica de la rebelión y liberación del individuo.[2][3] La insurrección implica desde formas diarias de comportamiento antisistémico hasta la insurrección de masas generalizada. Rechaza a la creación y participación en organizaciones formales permanentes y enfatiza la espontaneidad y el informalismo en la lucha que se manifiesta en grupos de afinidad.[2]
El anarquismo insurrecionalista contemporáneo hereda los puntos de vista y las tácticas del anarcocomunismo antiorganizacional[4][5] y el ilegalismo.[6][7]
Teoría e historia
El anarquismo insurreccionalista contemporáneo es heredero del antiorganizacionismo italiano y del ilegalismo francés de inicios del siglo XX.[6] El concepto de propaganda por el hecho y la confrontación son las prácticas usuales del "anarquismo insurreccionalista" al afirmar que actuar de forma violenta contra los sistemas de dominación puede influir a otros para que decidan actuar contra lo que los oprime y, si se dan las circunstancias, este efecto puede llegar a desembocar inclusive en una insurrección generalizada. Tal reacción en cadena de la desobediencia y la rebelión no necesitaría de entidades o proyectos políticos que la organicen para poder enfrentarse a sus enemigos, a los que señala como más violentos que ellos.[8]
Esta tendencia surge teóricamente en Italia[9] de los años 1980s, inspirada en las experiencias subversivas de la década anterior (1970s) en que se vivió un clima de densa agitación política. Su principal figura es Alfredo M. Bonanno. Algunos de sus partidarios ven un precedente a sus ideas en los actos violentos de algunos anarquistas de los albores del siglo XX, a través de la propaganda por el hecho o de la expropiación individual.
Esta tendencia presenta algunas influencias individualistas, aunque también puede ser considerado como parte del anarquismo post-izquierda. Conciben las relaciones individuales sobre la base de grupos de afinidad,[10] que no sacrifiquen la autonomía individual, autodefiniéndose como “un movimiento colectivo de realización individual”.[11][12] Otros autores insurreccionalistas son Wolfi Landstreicher, Constantino Cavalleri,[13] Gustavo Rodríguez[14] y Killing King Abacus.[15] El individualismo insurreccionalista reciente ha recibido influencias de la crítica posmoderna a la modernidad;[16] a su vez, realiza una crítica a las organizaciones permanentes en el anarquismo clásico y el anarcosindicalismo[17]
El insurreccionalismo se ha desarrollado principalmente en Italia, España, Grecia,[18] Chile y Estados Unidos, y ha adquirido cierta notoriedad por algunas acciones directas violentas en Europa y América, y por la participación disruptiva en el movimiento antiglobalización.[19]
Crítica
El insurreccionalismo surgió justamente al cuestionar el anquilosamiento de las organizaciones anarquistas clásicas a mediados de los años 1980s y principios de los 1990s, por lo que apelaron a la informalidad organizativa para superarla; esta informalidad se enfatiza de tal manera que muchas veces pueden ser consideradas exageradas para otras organizaciones anarquistas, quienes también cuestionan el "culto a la clandestinidad" de ciertos grupos insurreccionalistas a quienes tachan de extremistas o faltos de proyección.[20][21]
↑"This inability to break definitively with collectivism in all its forms also exhibited itself over the question of the workers' movement, which divided anarchist-communism into a number of tendencies.""Anarchist-Communism" by Alain Pengam
↑"Some insurrectionists see precedents in the propaganda of the deed carried out by Nineteenth-century assassins and the illegalism associated with Jules Bonnot and his fellow bank robbers. We can trace the lineage of current insurrectionist theory from Errico Malatesta and Luigi Galleani""Say you want an insurrection" by CrimethincArchivado el 13 de octubre de 2016 en Wayback Machine.
Una vez que el terrorismo fue derrotado quedaba el aparato policial, de servicios y jueces que el Estado pensó utilizar, contra el nuevo enemigo que construyeron y que apareció oficialmente en el 1996, cuando el fiscal Marín (juez antiterrorismo de Roma) abrió un expediente contra una presunta organización anarquista, que, según el, se refería a la revista "Anarquismo" (editada por Alfredo Bonanno). El juez mismo se inventó el nombre de la organización: ORAI (Organización Revolucionaria Anarquista Insurrecionalista). Fue la primera vez en la que los medios de información hablaron del anarquismo insurrecionalista.
↑El grupo de afinidad, por Killing King Abacus [1]
↑Alfredo Bonanno, sostiene que "Ciertamente la insurrección es un hecho individual y ...llevamos con nosotros estos valores de insurrección, estos valores revolucionarios, estos valores anarquistas y los medimos en un enfrentamiento en el que no estamos sólo nosotros." (La tensión anarquista).
Los insurreccionalistas intentan definir la organización formal como “organizaciones permanentes que sintetizan todas las luchas en una única organización, y organizaciones que median las luchas con la instituciones de dominación. Las organizaciones permanentes tienden a transformarse en instituciones que se erigen encima de la multitud en lucha. Tienden a desarrollar una jerarquía formal o informal y a quitar el poder a la multitud... La constitución jerárquica de las relaciones de poder remueve las decisiones del momento en que es necesario tomarlas y las ubica dentro de la organización... las organizaciones permanentes tienden a tomar decisiones sin basarse en las necesidades de algún objetivo o acción específico, sino que en las necesidades de la organización, especialmente, de su preservación. La organización se convierte en un fin en sí mismo”.
↑Los sediciosos despertares de la anarquía, por Daniel Barret. Este sociólogo uruguayo sostiene que el insurreccionalismo no es un fenómeno que que se haya dado en América Latina con las mismas características que en Europa y los EE.UU, por lo que es "una concepción fecunda y abierta que frecuentemente es reducida en términos espectaculares a sus expresiones violentas y que, en esa medida, termina siendo tan vilipendiada como desconocida por propios y ajenos. Su aparición en el tiempo, entonces, impide todavía una visualización clara y por ello es preferible hablar antes de “informalismo” organizativo que de un insurreccionalismo plenamente constituido como tal." (El mapa del despertar anarquista: su expresión latinoamericana)